El Mito de fin de año juega siempre con la misma magia. La terminación de un ciclo, con sus éxitos y frustraciones, sus recuerdos y sus olvidos, sus pesares y alegrías, para dar paso a una nueva esperanza. Llega el año de Bicentenario, el de una Bahía que seguirá buscando su destino de gran ciudad, enlazando el pasado con su presente, como combinación única para sustentar un buen futuro.
26 de diciembre de 2009
30 de noviembre de 2009
La Gran Vía del Sur
Los carteles de neón de Amaducci daban a la primera cuadra de calle O'Higgins
una fisonomía única. Nadie podía permanecer indiferente a ese colorido que daba aires de gran urbe a la cuadra más emblemática del microcentro bahiense. Los comercios, que por décadas ocuparon los mismos locales, se mantienen firmes y vivos en la memoria colectiva. A la izquierda, Casa Escasany; Zaffaroni Muebles, farmacia Medrano, Casa Muñoz (Donde un peso vale dos) y Famularo. A la derecha, La Capital (Hidalgo Sola y Cía) y (escondido) New London.
Reconvertida hoy en semipeatonal, la cuadra pretende recobrar una estética que la hizo reconocible en toda la provincia.
12 de noviembre de 2009
Palacio Oriental
Una curiosa postal de Bahía Blanca, ubicable por 1906-1907, cuando la empresa de Nicolás Pagano terminaba de construir la torre del palacio Municipal, en la primera cuadra de calle Alsina.
Al fondo, a la derecha, aparece el edificio de Asina y Chiclana donde funcionaría la librería Muñíz, edificio al que se añadiría en poco tiempo un último piso en forma de mansarda.
Sobre la plaza, la fila de mateos esperando sus clientes.
Lo de "Palacio Oriental" de esta entrada, refiere a las críticas que recibió en la época el intendente Rufino Rojas por la decisión de construir un edificio municipal que se consideraba suntuoso para nuestra ciudad. Se lo mencionaba como un "palacio Oriental" que resultaba inadecuado encarar con dinero público cuando había necesidad de resolver cuestiones básicas como la provisión de agua y de cloacas.
25 de octubre de 2009
Baldosas de marca
Lo hemos mencionado varias veces en este espacio: la sana costumbre de recorrer la ciudad elevando la vista, mirando hacia arriba, superando la mirada standard de 1,50 para así disfrutar de otra urbe, una arquitectura que ha sobrevivido a ciertos cambios, con singulares remates, elementos decorativos, molduras. Pero también existe otra ciudad, la que se mueve (quieta) bajo nuestros pies, y que también tiene lo suyo para contar. En este caso, la "marca", la firma de varias veredas resueltas con baldosas elaboradas en fábricas locales. Son piezas pequeñas, modestas, elementales. Pero su valor es altísimo. Abiertas las puertas de este blog para recibir fotos o indicios de otras.
Así aparecen, solitarias, casi perdidas. Es la "marca en el orillo" de los hacedores de mosaicos que supiera tener la ciudad.
Así aparecen, solitarias, casi perdidas. Es la "marca en el orillo" de los hacedores de mosaicos que supiera tener la ciudad.
De pibes la llamamos la vedera
y a ella le gustó que la quisiéramos.
En su lomo sufrido dibujamos
tantas rayuelas.
Después, ya más compadres, taconeando,
dimos vueltas manzanas con la barra,
silbando fuerte para que la rubia
del almacén saliera a la ventana.
A mí me tocó un día irme muy lejos
pero no me olvidé de las vederas.
Aquí o allá las siento en los tamangos
cómo la fiel caricia de mi tierra
Veredas de Buenos Aires, Julio Cortázar
24 de octubre de 2009
Llamadores
Las costumbres han cambiado, junto con los diseños y la tecnología. De aquella modalidad de llamar golpeando las manos, pasando por los llamadores o los timbres, testimonios de esas modalidades conviven en nuestra ciudad. Es el caso de esa puerta de calle Dorrego al 300, donde una mano en bronce comparte la añosa puerta con un portero eléctrico, debidamente protegido del accionar de cacos y vándalos.
La mano que mece la puerta
Portero antivándalos.
La mano que mece la puerta
Portero antivándalos.
Casonas con historia.
17 de octubre de 2009
Barraca El Mirador
En la avenida Parchappe y Pellegrini se ubica el histórico edificio que albergara la barraca "El Mirador", fundada por don Bartolomé Tellarini en 1886.
Poco y nada queda de la fachada original, aunque su torre ha mantenido su arquitectura original, con lo cual se hace sencilla su identificación.
Ubicada en la entonces llamada "calle Circunvalación", en 1914 el inmueble salió a remate, "por orden de la comisión interventora de los Sres. Bartolomé Tellarini e hijos", con una base de 138.000 pesos, ofreciendo, de acuerdo al aviso respectivo, "importantes instalaciones, suntuosos edificios, grandes galpones y desvíos".
"Bartolo" Tellarini, según lo llamaban sus amigos, falleció en 1926. Fue velado en la propia barraca y su ataúd transportado a pulso hasta el paso a nivel del F.C. Sud, donde fue colocado en la carroza fúnebre. Enrique Julio, Miguel Bonzini, Arnaldo Lejarraga, Ricardo Plunkett, Emilio del Punta, Avelino González Martínez, Juan Carlos Miranda, Haroldo Casanova, Luis Harrington y Humberto Régoli, entre muchos, acompañaron sus restos.
En épocas de casonas chatas, la torre del edificio permitía visuales largas, llegando a distinguirse desde su interior las torres del municipio y la catedral.
En 1958, el lugar fue ocupado por la firma W. y E. Wojszko, que destinó sus 4.500 metros cuadrados al almacenamiento y despacho de madera "en gran escala".
La barraca El Mirador en 1936, al celebrar sus 50 años.
Vista actual del edificio, Parchappe y Pellegrini
Poco y nada queda de la fachada original, aunque su torre ha mantenido su arquitectura original, con lo cual se hace sencilla su identificación.
Ubicada en la entonces llamada "calle Circunvalación", en 1914 el inmueble salió a remate, "por orden de la comisión interventora de los Sres. Bartolomé Tellarini e hijos", con una base de 138.000 pesos, ofreciendo, de acuerdo al aviso respectivo, "importantes instalaciones, suntuosos edificios, grandes galpones y desvíos".
"Bartolo" Tellarini, según lo llamaban sus amigos, falleció en 1926. Fue velado en la propia barraca y su ataúd transportado a pulso hasta el paso a nivel del F.C. Sud, donde fue colocado en la carroza fúnebre. Enrique Julio, Miguel Bonzini, Arnaldo Lejarraga, Ricardo Plunkett, Emilio del Punta, Avelino González Martínez, Juan Carlos Miranda, Haroldo Casanova, Luis Harrington y Humberto Régoli, entre muchos, acompañaron sus restos.
En épocas de casonas chatas, la torre del edificio permitía visuales largas, llegando a distinguirse desde su interior las torres del municipio y la catedral.
En 1958, el lugar fue ocupado por la firma W. y E. Wojszko, que destinó sus 4.500 metros cuadrados al almacenamiento y despacho de madera "en gran escala".
La barraca El Mirador en 1936, al celebrar sus 50 años.
Vista actual del edificio, Parchappe y Pellegrini
Mirador, detalle
11 de octubre de 2009
Casas que se van: Rodríguez 29
No son casas del inventario patrimonial "oficial", aunque claramente forman parte de la historia local, luego de décadas de estar presentes en las calles bahienses. En este caso una casona ubicable en la década del 50, realizada por la empresa de J. Sisti-J- Nisi, cuya firma aparece en numerosas edificaciones de la ciudad. La demolición ha comenzado esta semana y en pocos días el generoso terreno servirá para ubicar una cochera. Junto con la casa desaparecerá un generoso quincho y una piscina. Una casa de estilo moderno, con algunas cuestiones art déco, incluida una planta alta resuelta con una arista curva que simula ser la proa de un barco que busca la calle. Una casa que fue parte de la última cuadra adoquinada del centro. Una casa que se va, un barrio que cambia.
"Barrio reo, campo abierto
de mis primeras andanzas,
en mi libro de esperanza
sos la página mejor".
(De Barrio Reo, Navarrine-Fugazot)
Rodríguez adoquinada, la casona testigo.
Detalle de la planta alta: la proa de un barco listo a partir.
Ultimas imágenes del naufragio: chaperío y demolición.
"Barrio reo, campo abierto
de mis primeras andanzas,
en mi libro de esperanza
sos la página mejor".
(De Barrio Reo, Navarrine-Fugazot)
Rodríguez adoquinada, la casona testigo.
Detalle de la planta alta: la proa de un barco listo a partir.
Ultimas imágenes del naufragio: chaperío y demolición.
10 de octubre de 2009
Arquitectura al rojo (vivo)
Sobre el histórico arroyo Napostá (Gentileza Héctor Herro)
La llegada o desembarco de la compañía de ómnibus Plaza a Bahía Blanca, en enero de 2009, incorporó un colorido componente en la geografía urbana, aportando poco más de 150 unidades rojas que recorren la ciudad con sus distintas líneas. Una forma de mostrar a este nuevo habitante vehicular es variando sus telones de fondo, recurriendo precisamente a la arquitectura, ese "arte inevitable" que se nos presenta cada día en la ciudad, para deleite o tristeza de todos sus habitantes.
El edificio que fuera sede el ex Banco Español del Río de La Plata (actual sede de la Bolsa de Comercio), levantado 1908. Diseño de Carlos Agote, empresa constructora de Antonio Gerardi. Puesta en valor a cargo del arquitecto Jorge Gazaneo.
Estación Bahía Blanca del ex Ferrocarril del Sud, habilitada en 1884. Un rico paisaje ferroviario de cubierta sobre andenes, casilla de señales, señales y otras yerbas.
Al fondo, el edifico Taberner, uno de los primeros "rascacielos" bahienses, inaugurado en 1959. En primer plano, hoy desocupado, el inmueble que sirviera para alojar el Hotel Sudamericano en 1909 (Luego fue el Gran Hotel Atlántico, el Ocean Hotel, el Centro de Compras y la Cooperativa Obrera y Ventura)..
En primer plazo, a la izquierda, uno de los transformadores de la empresa de electricidad, desparramados por toda la ciudad. Al fondo, el edificio ladrillero de la que fuera la barraca Segatori, hoy reconvertida en vivienda multifamiliar.
A la izquierda el edificio "San Martín", de fines de los 50, uno de los primeros destinados a oficinas de la ciudad. Diseñado por el arquitecto Raúl Costa Varsi, es popularmente conocido como "la Comercialina", tal el nombre de la confitería que durante muchos años funcionó en su terraza. A su derecha, retirado de la línea municipal, el Palacio comunal, construido entre 1905 y 1909, según un diseño del estudio platense Corti-Coutaret y la construcción de Nicolás Pagano.
23 de septiembre de 2009
María y la Casa de los Gatos
La María de los Gatos.
Estuvo ahí por años, abandonada. Una de las tantas casonas de la ciudad, en este caso en la primera cuadra de calle Villarino. Sus aberturas tapiadas buscaban evitar alguna usurpación o daban cuenta de un futuro incierto. Quienes pasaban por el lugar solían escuchar en su interior muchos gatos ("De cuatro patas", según aclara Adriana, sentida colaboradora y visitante de este blog), a quienes alguien se encargaba de alimentar. Esa persona, de acuerdo a las pintadas que fueron apareciendo en la fachada de la vivienda, fue bautizada como "María de los gatos".
***
"Me daba lástima el abandono. Pero un día el ingenio y el buen arte de alguien le puso color y...poemas al lugar. Era lindo verlo y a pesar de pasar cada día por el lugar nunca pude ver al autor de esos trabajos", cuenta Adriana.
***
El Collage de Pipo, antes y después
***
La casa un domingo, horas antes del adios
***
Desde hace pocos días la historia tomó otro rumbo. Y esta curiosidad artística ya es parte del pasado, y de estas valiosas fotos tomadas pocas horas antes del adios. Primero un cartel de obra, luego un portón que se abre, unos volquetes y la casa borrada en pocas horas de la geografía urbana. Nada ha quedado de ese arte. Destino incierto el de los gatos.
***
"Por un tiempo pasaré por otro lado...", asegura Adriana.
"Por un tiempo pasaré por otro lado...", asegura Adriana.
***
Los poemas
Los detalles
Pipo, a esta altura un hermano en esta pasión por la ciudad, detectó también esta perdida. Sacó fotos, armó un collage (ver arriba), y acá tenemos sus sentires.
"Otra vieja casa que nos deja, en su lugar construirán algo, por suerte!, porque es común que demuelan para dejar un baldío deplorable. Pero esta casa no solo se va, se lleva consigo una historia: la de "La María de los gatos" tal como lo contaban sus paredes. Si alguno sabe algo de esta historia, agradecido. La reja que aparece bajo el dibujo de María es similar a las del templo Valdense vecino a la desaparecida casa", cuenta.
***
No era una casa del patrimonio. No significa este homenaje defender una vivienda ni querer congelar la ciudad. Son casas que nos dejan. Espacios que se van. Historias que se pierden. Dibujos que se caen. Colores que se olvidan. Espacios vacíos en la memoria que nos empujan, como a Adriana, a caminar por otros lados, unos días. Hasta que amaine la tristeza.
Son sitios que disparan historias. ¿Quién fue María de los gatos? ¿Quién pintó esos dibujos? ¿Dónde el arte y el olvido?.
***
Dos poemas más,
A un gato
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
JL Borges, El oro de los tigres, 1972
Beppo
Beppo
El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
JL Borges, La cifra, 1981
17 de septiembre de 2009
La cosa cada vez más negra
El maravilloso barrio Inglés, importando de Inglaterra por el ferrocarril del Pacífico, 1908. Foto de época.
Los muros de ladrillo visto, pintados de negro, el color de la infamia.
Sabido es que por estas tierras bahienses el denominado Barrio Inglés comporta uno de los bienes más valiosos del patrimonio arquitectónico, histórico y cultural. En un desalentador estado de abandono y descuido, a pesar de estar habitados los 13 bloques de 4 departamentos cada uno, es habitual ver caer sus pizarras, ladrillos de las chimeneas y repetidas intervenciones totalmente inadecuadas. Por estos días, algunos de sus habitantes tomaron la insólita decisión de pintar los valiosos ladrillos de intenso color rojo traídos de Inglaterra de 1908, aplicándoles pintura negra en los muros que materializan la línea municipal. Atentados sin sentido ante la indiferencia oficial, las trabas burocráticas que encuentra un grupo de gente que intenta darle protección al conjunto y los males que siguen siendo moneda corriente por estas tierras. El barrio Inglés. Un hecho artístico de trascendencia y relevancia mundial. Cada vez más negro.
El negro que tapa el fantástico rojo de ladrillo, que suprime su rugosidad, que mata su belleza.
"Del carácter de los habitantes de Andria merecen recordarse dos virtudes: la seguridad en sí mismos y la prudencia. Convencidos de que toda innovación en la ciudad influye en el diseño del cielo, antes de cada decisión calcular los riesgos y las ventajas para ellos y para el conjunto de la ciudad y de los mundos". De La Ciudad Invisible, Italo Calvino.
10 de septiembre de 2009
Chaperío en La Previsora
“En breve nuestra ciudad verá adornada una de sus calles con un edificio que, por su magnitud, puede ser considerado como el primero elevado de los muchos que, tal vez en cercana época, engalanará la “city” de Bahía Blanca”. Diario La Nueva Provincia, 8 de marzo de 1911
En pleno centro bahiense, en la esquina de Alsina y San Martín, ha comenzado a lucir sus formas un pobre chaperío colocado sobre la que fuera una de las obras más valiosas que luciera el paisaje urbano local. El precario andamiaje de color naranja y las maltratadas tablas de madera aparecen como respuesta a ciertos desprendimientos de molduras y mampostería que ha tenido el edificio y que se convierten en una amenaza para cualquier desprevenido caminante.
El inmueble en cuestión fue construido en 1911, por la compañía de seguros La Previsora, según un proyecto del arquitecto Julio de Molina y Vedia, integrante de la familia propietaria de la aseguradora y primer rector del Colegio Nacional de Bahía Blanca. Molina y Vedia eligió para el edificio un lenguaje de vanguardia, con lineamientos propios del art nouveau, toda una osadía para la época y un verdadero exponente de un movimiento artístico que venía a desafiar las propuestas del academicismo. Lamentablemente el aspecto original del inmueble fue completamente desvirtuado en 1940, cuando fue adquirido por otra empresa de seguros, La Acción, que decidió “modernizarlo” quitándole sus ornamentos y decoraciones, convirtiendo su frente en una obra “moderna”. El arquitecto Enrique Cabré Moré escribió en 1980 que “manos profanas” habían sido las responsables de semejante intervención.
En pleno centro bahiense, en la esquina de Alsina y San Martín, ha comenzado a lucir sus formas un pobre chaperío colocado sobre la que fuera una de las obras más valiosas que luciera el paisaje urbano local. El precario andamiaje de color naranja y las maltratadas tablas de madera aparecen como respuesta a ciertos desprendimientos de molduras y mampostería que ha tenido el edificio y que se convierten en una amenaza para cualquier desprevenido caminante.
La precariedad preventiva, en pleno centro de la ciudad.
El inmueble en cuestión fue construido en 1911, por la compañía de seguros La Previsora, según un proyecto del arquitecto Julio de Molina y Vedia, integrante de la familia propietaria de la aseguradora y primer rector del Colegio Nacional de Bahía Blanca. Molina y Vedia eligió para el edificio un lenguaje de vanguardia, con lineamientos propios del art nouveau, toda una osadía para la época y un verdadero exponente de un movimiento artístico que venía a desafiar las propuestas del academicismo. Lamentablemente el aspecto original del inmueble fue completamente desvirtuado en 1940, cuando fue adquirido por otra empresa de seguros, La Acción, que decidió “modernizarlo” quitándole sus ornamentos y decoraciones, convirtiendo su frente en una obra “moderna”. El arquitecto Enrique Cabré Moré escribió en 1980 que “manos profanas” habían sido las responsables de semejante intervención.
De aquel exponente art nouveau a un híbrido de la arquitectura, ahora se suma esta situación que afecta aun más su estética. La falta de mantenimiento y conservación, la carencia de criterio y respeto por el entorno, derivan en esta singular propuesta.
Detalle de la puerta de acceso sobre calle San Martín, testimonio del estilo art nouveau original del edificio.
3 de septiembre de 2009
Calzada destruida
Una obra "menor" de la empresa Aguas Bonaerenses (ABSA) derivó en un daño mayor a una de las plazas más atractivas de la ciudad. Para hacer una conexión a una cámara ubicada a pocos metros del cordón, una cuadrilla de obreros rompió sin demasiada consideración la singular "calzada portuguesa", una muestra única de este estilo de solado. A pesar de que las piedras que forman el piso podían ser retirados con el cuidado necesario para proceder luego a su recolocación, nada de eso se hizo. Terminada la obra, los materiales fueron retirados del lugar. Así, de un soplido, se arruinó una verdadera obra maestra, a pocos metros del teatro Municipal, afectando a la plazoleta Payró, decalrada hace unos meses como espacio urbano de valor provincial.
1 de septiembre de 2009
Postales de otros tiempos: calle Donado
Una calle irreconocible comparada con su actual perfil urbano. Es la primera cuadra de Donado, vista desde Brown hacia Chiclana. El tránsito vehicular es el gran ausente, al igual que la poca cantidad de paseantes por las angostas y precarias veredas. En primer plano, a la izquierda, la casona de la firma Bermudez y Olaciregui, extraordinario palacete historicista con aire francés diseñado por el arquitecto Alberto Coni Molina en 1910 y demolido a principios de los 80. La bahía silenciosa, la bahía de postal.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
La ciudad que ni recordamos
Si bien es habitual pensar que la demolición de viviendas en Bahía Blanca comenzó en la década del 80, la realidad indica que fue a partir...
-
En 2000 llegó Mc Donald's a Bahía Blancá y decidió ocupar una casona construida en 1910, en la esquina de calles Brown y Fitz Roy. La n...
-
Los chalés de Villa Harding Green conforman una de las curiosidades bahienses, una singular propuesta edilicia que vale la pena conocer. Se ...
-
El edificio sigue existiendo, intervenido a lo largo del tiempo, sin sus formas originales, perdidas en partes sus delicadas lineas art déc...