Están ahí, siguen existiendo. Se los puede ver de manera sorpresiva, se los descubre escondidos entre las plantas, disimulados en los árboles. Lejos de pasar de moda, su presencia no deja ya de ser una propuesta diferencial, atrevida, polémica. Son L
os enanos de jardín. Su origen se ubica en Grafenroda, pequeña ciudad alemana, donde comenzaron a fabricarse a fines del siglo XIX, con la idea de decorar jardines. Cumplen además una singular función: la de, curiosamente, ser "espanta-enanos" o "espanta-gnomos", criaturas no demasiado amistosas que suelen rondar jardines y patios.
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En nuestro país la moda prendió rápidamente y se le fueron sumando otros personajes, desde Blancanieves y Caperucita, pasando por sapos, patos, pinochos, cisnes y otros personajes autóctonos. Dando respuesta a los tiempos modernos, se dice que también estos muñecos tienen la facultad de espantar ladrones.
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Bahía Blanca debe contar con cientos de modelos en ignorados jardines. Uno de ellos, maravilloso y diverso, lo tiene en su patio de frente, una modesta casa de
Vieytes al 1.800, donde conviven --en adecuada armonía y coreografía-- distintos modelos de yeso, sumando pájaros, mariposas y otros singulares personajes.
(Agradecimiento especial a Ricardo Trobiani, por el dato)
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Como últimos comentarios de esta entrada, algunas curiosidades. Tanto en Francia como España, existen asociaciones de jóvenes que luchas por la liberación de los enanos de jardín, por lo cual se dedican a "robar" enanos de todos los jardines y "devolverlos" a los bosques.
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Muestra de la vigencia de estos decorados es que la firma italiana PLust acaba de presentar su línea "Baddy", una colección de enanos de jardín con un diseño por demás contemporáneo.
Fabricados con una resina luminiscente, son capaces de captar luz solar e iluminar sutilmente los jardines. Se los encuentra en varios colores, incluidos oro oscuro y negro perla. De 55 centímetros de alto, los enanos varían su costo entre 80 y 220 euros.
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Ottmar Horl |
Finalmente, el artista alemán Ottmar Horl termina de plantar 1.250 ejemplares de enanos en la ciudad de Straubig, todos haciendo el típico saludo Nazi. De 30 centímetros de alto y distribuidos en una superficie de 12 por 50 metros, la instalación se llama "Dance with the devil" (danza con el diablo) y expresan la manipulación de las masas que significó el nazismo.