Corría el año 1902, el día 31 de mayo Rufina cumplía diecinueve años, y Luisa, su madre, había dispuesto una importante celebración para terminar luego la noche en el Teatro Colón. Sin embargo, el destino movió los hilos en un sentido diferente.
Según cuentan, mientras Rufina se estaba acicalando para dirigirse al teatro, recibió de labios de su amiga íntima un secreto que había mantenido bajo resguardo durante largo tiempo. ¿De qué se trataba? Pues que el mismísimo novio de la niña mantenía relaciones con su madre. El impacto que le produjo esta confidencia ocasionó a Rufina tal lacerante dolor, que su corazón se destrozó y le provocó la muerte en el acto.
Uno de los médicos presentes diagnosticó un síncope. Tres médicos certificaron que Rufina había muerto.
El mismísimo Hipólito Yrigoyen acompañó a Luisa e inhumar sus restos en la Recoleta.
Se cuenta que Rufina habría sufrido un ataque de catalepsia y despertó en el sepulcro para volver a morir después de una desconsolada pelea.
Oficialmente se manifestó que se había tratado de un hurto, dado que la niña había sido enterrada con sus joyas más lucidas. A Luisa le tocó vivir el resto de su vida remordida por la certidumbre de que su hija había sido sepultada viva.
El monumento que recuerda a Rufina se la representa tratando de asir el picaporte de una puerta. Mientras, la trágica escultura de Rufina Cambaceres impera entre las brumas y las luces mortecinas de la Recoleta, como padeciendo un castigo por la censura de la sociedad de su tiempo
1 comentario:
Lo que le ocurrió a RUFINA es similar a lo que sucede con las UTOPIAS......TODOS PIENSAN QUE ESTAN MUERTAS.....PERO EL ESPIRITU PELEA POR DEMOSTRAR LO CONTRARIO....
Publicar un comentario