23 de septiembre de 2009

María y la Casa de los Gatos


La María de los Gatos.


Estuvo ahí por años, abandonada. Una de las tantas casonas de la ciudad, en este caso en la primera cuadra de calle Villarino. Sus aberturas tapiadas buscaban evitar alguna usurpación o daban cuenta de un futuro incierto. Quienes pasaban por el lugar solían escuchar en su interior muchos gatos ("De cuatro patas", según aclara Adriana, sentida colaboradora y visitante de este blog), a quienes alguien se encargaba de alimentar. Esa persona, de acuerdo a las pintadas que fueron apareciendo en la fachada de la vivienda, fue bautizada como "María de los gatos".

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"Me daba lástima el abandono. Pero un día el ingenio y el buen arte de alguien le puso color y...poemas al lugar. Era lindo verlo y a pesar de pasar cada día por el lugar nunca pude ver al autor de esos trabajos", cuenta Adriana.

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El Collage de Pipo, antes y después



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La casa un domingo, horas antes del adios



(Gentileza Adriana)
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Desde hace pocos días la historia tomó otro rumbo. Y esta curiosidad artística ya es parte del pasado, y de estas valiosas fotos tomadas pocas horas antes del adios. Primero un cartel de obra, luego un portón que se abre, unos volquetes y la casa borrada en pocas horas de la geografía urbana. Nada ha quedado de ese arte. Destino incierto el de los gatos.
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"Por un tiempo pasaré por otro lado...", asegura Adriana.

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Los poemas




Los detalles











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Pipo, a esta altura un hermano en esta pasión por la ciudad, detectó también esta perdida. Sacó fotos, armó un collage (ver arriba), y acá tenemos sus sentires.
"Otra vieja casa que nos deja, en su lugar construirán algo, por suerte!, porque es común que demuelan para dejar un baldío deplorable. Pero esta casa no solo se va, se lleva consigo una historia: la de "La María de los gatos" tal como lo contaban sus paredes. Si alguno sabe algo de esta historia, agradecido. La reja que aparece bajo el dibujo de María es similar a las del templo Valdense vecino a la desaparecida casa", cuenta.
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No era una casa del patrimonio. No significa este homenaje defender una vivienda ni querer congelar la ciudad. Son casas que nos dejan. Espacios que se van. Historias que se pierden. Dibujos que se caen. Colores que se olvidan. Espacios vacíos en la memoria que nos empujan, como a Adriana, a caminar por otros lados, unos días. Hasta que amaine la tristeza.
Son sitios que disparan historias. ¿Quién fue María de los gatos? ¿Quién pintó esos dibujos? ¿Dónde el arte y el olvido?.
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Dos poemas más,
A un gato

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
JL Borges, El oro de los tigres, 1972


Beppo
El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
JL Borges, La cifra, 1981

17 de septiembre de 2009

La cosa cada vez más negra


El maravilloso barrio Inglés, importando de Inglaterra por el ferrocarril del Pacífico, 1908. Foto de época.


Los muros de ladrillo visto, pintados de negro, el color de la infamia.

Sabido es que por estas tierras bahienses el denominado Barrio Inglés comporta uno de los bienes más valiosos del patrimonio arquitectónico, histórico y cultural. En un desalentador estado de abandono y descuido, a pesar de estar habitados los 13 bloques de 4 departamentos cada uno, es habitual ver caer sus pizarras, ladrillos de las chimeneas y repetidas intervenciones totalmente inadecuadas. Por estos días, algunos de sus habitantes tomaron la insólita decisión de pintar los valiosos ladrillos de intenso color rojo traídos de Inglaterra de 1908, aplicándoles pintura negra en los muros que materializan la línea municipal. Atentados sin sentido ante la indiferencia oficial, las trabas burocráticas que encuentra un grupo de gente que intenta darle protección al conjunto y los males que siguen siendo moneda corriente por estas tierras. El barrio Inglés. Un hecho artístico de trascendencia y relevancia mundial. Cada vez más negro.


El negro que tapa el fantástico rojo de ladrillo, que suprime su rugosidad, que mata su belleza.
"Del carácter de los habitantes de Andria merecen recordarse dos virtudes: la seguridad en sí mismos y la prudencia. Convencidos de que toda innovación en la ciudad influye en el diseño del cielo, antes de cada decisión calcular los riesgos y las ventajas para ellos y para el conjunto de la ciudad y de los mundos". De La Ciudad Invisible, Italo Calvino.

10 de septiembre de 2009

Chaperío en La Previsora

“En breve nuestra ciudad verá adornada una de sus calles con un edificio que, por su magnitud, puede ser considerado como el primero elevado de los muchos que, tal vez en cercana época, engalanará la “city” de Bahía Blanca”. Diario La Nueva Provincia, 8 de marzo de 1911

En pleno centro bahiense, en la esquina de Alsina y San Martín, ha comenzado a lucir sus formas un pobre chaperío colocado sobre la que fuera una de las obras más valiosas que luciera el paisaje urbano local. El precario andamiaje de color naranja y las maltratadas tablas de madera aparecen como respuesta a ciertos desprendimientos de molduras y mampostería que ha tenido el edificio y que se convierten en una amenaza para cualquier desprevenido caminante.


La precariedad preventiva, en pleno centro de la ciudad.

El inmueble en cuestión fue construido en 1911, por la compañía de seguros La Previsora, según un proyecto del arquitecto Julio de Molina y Vedia, integrante de la familia propietaria de la aseguradora y primer rector del Colegio Nacional de Bahía Blanca. Molina y Vedia eligió para el edificio un lenguaje de vanguardia, con lineamientos propios del art nouveau, toda una osadía para la época y un verdadero exponente de un movimiento artístico que venía a desafiar las propuestas del academicismo. Lamentablemente el aspecto original del inmueble fue completamente desvirtuado en 1940, cuando fue adquirido por otra empresa de seguros, La Acción, que decidió “modernizarlo” quitándole sus ornamentos y decoraciones, convirtiendo su frente en una obra “moderna”. El arquitecto Enrique Cabré Moré escribió en 1980 que “manos profanas” habían sido las responsables de semejante intervención.
De aquel exponente art nouveau a un híbrido de la arquitectura, ahora se suma esta situación que afecta aun más su estética. La falta de mantenimiento y conservación, la carencia de criterio y respeto por el entorno, derivan en esta singular propuesta.
Detalle de la puerta de acceso sobre calle San Martín, testimonio del estilo art nouveau original del edificio.

Fachada del proyecto de Julio Molina y Vedia, 1911


La modernización mal entendida. Desde enotnces fue "el edificio de La Acción"

El magnífico edificio original. En la esquina se destacaba una estatua alegórica de la compañía, que "dominaba el panorama de la ciudad como heraldo de la grandeza de la institución".

3 de septiembre de 2009

Calzada destruida



La vereda terminada la intervención.
Una obra "menor" de la empresa Aguas Bonaerenses (ABSA) derivó en un daño mayor a una de las plazas más atractivas de la ciudad. Para hacer una conexión a una cámara ubicada a pocos metros del cordón, una cuadrilla de obreros rompió sin demasiada consideración la singular "calzada portuguesa", una muestra única de este estilo de solado. A pesar de que las piedras que forman el piso podían ser retirados con el cuidado necesario para proceder luego a su recolocación, nada de eso se hizo. Terminada la obra, los materiales fueron retirados del lugar. Así, de un soplido, se arruinó una verdadera obra maestra, a pocos metros del teatro Municipal, afectando a la plazoleta Payró, decalrada hace unos meses como espacio urbano de valor provincial.

1 de septiembre de 2009

Postales de otros tiempos: calle Donado



Una calle irreconocible comparada con su actual perfil urbano. Es la primera cuadra de Donado, vista desde Brown hacia Chiclana. El tránsito vehicular es el gran ausente, al igual que la poca cantidad de paseantes por las angostas y precarias veredas. En primer plano, a la izquierda, la casona de la firma Bermudez y Olaciregui, extraordinario palacete historicista con aire francés diseñado por el arquitecto Alberto Coni Molina en 1910 y demolido a principios de los 80. La bahía silenciosa, la bahía de postal.

La ciudad que ni recordamos

Si bien es habitual pensar que la demolición de viviendas en Bahía Blanca comenzó en la década del 80, la realidad indica que fue a partir...