La María de los Gatos.
Estuvo ahí por años, abandonada. Una de las tantas casonas de la ciudad, en este caso en la primera cuadra de calle Villarino. Sus aberturas tapiadas buscaban evitar alguna usurpación o daban cuenta de un futuro incierto. Quienes pasaban por el lugar solían escuchar en su interior muchos gatos ("De cuatro patas", según aclara Adriana, sentida colaboradora y visitante de este blog), a quienes alguien se encargaba de alimentar. Esa persona, de acuerdo a las pintadas que fueron apareciendo en la fachada de la vivienda, fue bautizada como "María de los gatos".
***
"Me daba lástima el abandono. Pero un día el ingenio y el buen arte de alguien le puso color y...poemas al lugar. Era lindo verlo y a pesar de pasar cada día por el lugar nunca pude ver al autor de esos trabajos", cuenta Adriana.
***
El Collage de Pipo, antes y después
***
La casa un domingo, horas antes del adios
***
Desde hace pocos días la historia tomó otro rumbo. Y esta curiosidad artística ya es parte del pasado, y de estas valiosas fotos tomadas pocas horas antes del adios. Primero un cartel de obra, luego un portón que se abre, unos volquetes y la casa borrada en pocas horas de la geografía urbana. Nada ha quedado de ese arte. Destino incierto el de los gatos.
***
"Por un tiempo pasaré por otro lado...", asegura Adriana.
"Por un tiempo pasaré por otro lado...", asegura Adriana.
***
Los poemas
Los detalles
Pipo, a esta altura un hermano en esta pasión por la ciudad, detectó también esta perdida. Sacó fotos, armó un collage (ver arriba), y acá tenemos sus sentires.
"Otra vieja casa que nos deja, en su lugar construirán algo, por suerte!, porque es común que demuelan para dejar un baldío deplorable. Pero esta casa no solo se va, se lleva consigo una historia: la de "La María de los gatos" tal como lo contaban sus paredes. Si alguno sabe algo de esta historia, agradecido. La reja que aparece bajo el dibujo de María es similar a las del templo Valdense vecino a la desaparecida casa", cuenta.
***
No era una casa del patrimonio. No significa este homenaje defender una vivienda ni querer congelar la ciudad. Son casas que nos dejan. Espacios que se van. Historias que se pierden. Dibujos que se caen. Colores que se olvidan. Espacios vacíos en la memoria que nos empujan, como a Adriana, a caminar por otros lados, unos días. Hasta que amaine la tristeza.
Son sitios que disparan historias. ¿Quién fue María de los gatos? ¿Quién pintó esos dibujos? ¿Dónde el arte y el olvido?.
***
Dos poemas más,
A un gato
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
JL Borges, El oro de los tigres, 1972
Beppo
Beppo
El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?
JL Borges, La cifra, 1981