27 de julio de 2018

Un muelle histórico volverá a la vida

El Consorcio del Puerto de Bahía Blanca firmó un convenio con el Colegio de Arquitectos para dar forma a un Concurso de ideas con el objetivo de reconstruir el histórico muelle de los elevadores de Ingeniero White, en el puerto de Bahía Blanca. La idea es generar un sitio recreativo y que permita el contacto con el mar, una carencia histórica de toda la región y de los propios bahienses, la mayoría de los cuales jamás ha tenido la posibilidad de recorrer la ría desde el mar, afianzar el vínculo con su calidad marítima y disfrutar el singular paisaje del sector portuario, industrial y urbano visto desde el agua.
El muelle de los elevadores debe su nombre a que se construyó para ubicar dos espléndidos elevadores de granos, construidos por el Ferrocarril del Sud en 1908, en un gesto de modernidad y progreso. Eran dos edificios magníficos, prefabricados, con estructura de hierro y revestidos en chapa, un modelo único de arquitectura utilitaria-industrial.

Los elevadores en construcción: una obra de arquitectura e ingeniería única, 1908
Fueron INSENSATAMENTE desguazados en 1977-78, vendidos como chatarra, para una obra en el muelle que ocupaban y que jamás se concretó. Hasta hoy, 40 años después, el lugar se mantiene en el mismo estado de entonces, con las claras huellas de lo perdido, las vías, las señales de su historia.
Recuperar el sitio, generar un sitio de llegada al mar, de paseo y recreación es algo que el puerto aspira desde principios del siglo XX. El cambio que significaría para la ciudad y la región sería tan significativo como emblemático.

El muelle hoy, a 40 años de haberse arrancado los elevadores: sin uso ni destino, un despropósito.

16 de julio de 2018

Los Atlantes de Rivadavia

En 1946 se inauguró en Bahía Blanca el monumento a Bernardino Rivadavia, en el centro de la plaza homónima. Rivadavia fue el primer gobernante en plantear (e intentar) la fundación de la ciudad, en 1824. Más allá de que aquella expedición fracasó, los bahienses siempre reconocieron esa circunstancia. De allí la obra realizara por Luis Rovatti, ganador de un concurso organizado en 1926.
Una particularidad de la obra, que dispone de tres figuras de bronce, es la ubicación de un grupos de Cariátides y otro de Atlantes, ubicados en caras opuestas de la obra.

Monumento a Rivadavia, Bahía Blanca, 1946.
Las Cariátides en primer plano, La Beneficencia (derecha), Rivadavia (izquierda), La Ofrenda (remate)

Construidos en piedra travertina, este tipo de figuras tiene, en este caso, carácter decorativo, aunque su origen data de Grecia, cuando 400 años antes de Cristo los griegos ubicaron columnas (estructurales) con la figura de mujeres de la Caria en el Erecteion, uno de los tres templos existentes en la Acrópolis de Atenas.
La Tribuna de las Cariátides, Acrópolis de Atenas, Grecia.
Los Atlantes siguen esa idea, a partir de modelos masculinos. En el caso del monumento a Rivadavia, Cariátides y Atlantes aparecen de cuerpo completo, descubiertos sus torsos hasta la cintura, luego pudorosamente cubiertos.

Los Atlantes del monumento, con un singular "dúplex" fabricado por los horneros.

13 de julio de 2018

La escuela 2, lapidada y bastardeada


La escuela Nº 2 de Bahía Blanca --la primera de mujeres que funcionó en la ciudad-- ocupa un magnífico edificio de líneas neoclásicas, en la primera cuadra de calle Vieytes.
Fue habilitado en 1929, luego de tres años de obra, y se convirtió en una de las obras más destacadas de la ciudad, ocupando incluso uno de los límites del espacio donde estuviera el fuerte fundacional de la ciudad, recostado sobre la que fuera "Calle de las pulperías".


El edificio fue acusando el paso del tiempo sin que nunca hubiese fondos adecuados para su preservación, cuidado y mantenimiento y adecuación.
De allí sus muchos problemas de funcionamiento y la explicación de porqué su fachada comenzó a presentar falencias, desprendimientos, riesgo de caídas de molduras.
Por eso, a fines de 2017, en una decisión por demás digna de cuestionamiento, el gobierno provincial decidió plantar un vallado en los casi 200 metros de frente del edificio, con el único objetivo de alejar a los peatones y estudiantes de las paredes de frente.
Una verdadera afrenta para un bien patrimonial, un recurso sin sentido, una manifestación de cómo hacer mal las cosas. Ahora, con los meses, muchos descubrieron que ese vallado de chapa era una excelente marquesina, un escaparate publicitario de primera.


Ahí fueron entonces con sus afiches y pegatina. Resultado: un mamarracho al por mayor. Incluso la municipalidad, que tiene poder de policía para prohibir esa actividad o multarla (admite pagos de hasta 30 mil pesos), nada hace.

La ciudad que ni recordamos

Si bien es habitual pensar que la demolición de viviendas en Bahía Blanca comenzó en la década del 80, la realidad indica que fue a partir...