16 de mayo de 2010

Paseo de las Esculturas, Bastón Díaz

La Portuaria, Bastón Díaz, Paseo de las Esculturas, Bahía Blanca

Por estos días puede verse en Buenos Aires un novedoso e inédito Paseo de las Esculturas en la Plaza Rubén Darío, formado por 31 obras del artista Alberto Bastón Díaz.

"La Ciudad de Buenos Aires es protagonista de un hecho histórico para la cultura y el arte en la Argentina: la inauguración del primer paseo de esculturas –de carácter estable– en el espacio público. La muestra quedará expuesta al público durante 8 meses, hasta el 31 de Mayo de 2010, y luego se sucederán indefinidamente exposiciones de distintos artistas. Las obras demandaron dos años de trabajo y 25 toneladas de acero Kor-T (acero con un 5% de cobre, que actúa como anticorrosivo pero que oxida y estabiliza el color externo de las esculturas)".

Bastón Díaz es uno de los diez escultores que participaron del Primer Simposio de Escultura Monumental realizado en Bahía Blanca en 1994, en el cual los artistas trabajaron con rezago ferroviario existente en terrenos del ex ferrocarril Buenos Aires al Pacífico de esta ciudad. El resultado fue el exitoso Paseo de las Esculturas. En el lugar se emplaza "La Portuaria", la obra de Bastón Díaz que, según refieren algunos memoriosos, iba a ser colocada horizontal, por ser un barco, pero el autor a último momento decidió colocarla de manera vertical. Es uno de los dos trabajos pintados, frente al resto que luce el óxido propio del material.

 La Portuaria, Bahía Blanca, 1994

15 de mayo de 2010

Rufina art nouveau

Visitar el cementerio de La Recoleta es encontrar siempre nuevas y apasionantes historias. Una de ellas, a no dudarlo, es la de Rufina Cambaceres, cuyo mausoleo de muy curvas líneas art nouveau es uno de los más visitados por propios y ajenos. La obra muestra precisamente la figura de Rufina quien con una imagen serena y controlada, propia del mejor manierismo, protagonizó una de las historias acaso más trágicas, en vida y "en muerte".

Corría el año 1902, el día 31 de mayo Rufina cumplía diecinueve años, y Luisa, su madre, había dispuesto una importante celebración para terminar luego la noche en el Teatro Colón. Sin embargo, el destino movió los hilos en un sentido diferente.
Según cuentan, mientras Rufina se estaba acicalando para dirigirse al teatro, recibió de labios de su amiga íntima un secreto que había mantenido bajo resguardo durante largo tiempo. ¿De qué se trataba? Pues que el mismísimo novio de la niña mantenía relaciones con su madre. El impacto que le produjo esta confidencia ocasionó a Rufina tal lacerante dolor, que su corazón se destrozó y le provocó la muerte en el acto.
Uno de los médicos presentes diagnosticó un síncope. Tres médicos certificaron que Rufina había muerto.
El mismísimo Hipólito Yrigoyen acompañó a Luisa e inhumar sus restos en la Recoleta.

Sin embargo, esta funesta historia recién comenzaba. Un par de días más tarde, el cuidador de la bóveda de los Cambaceres descubrió abierto y con la tapa quebrada el féretro de Rufina. El cajón se había movido y cuando lo abrieron, encontraron a la joven con el rostro y las manos arañados y amoratados.
Se cuenta que Rufina habría sufrido un ataque de catalepsia y despertó en el sepulcro para volver a morir después de una desconsolada pelea.
Oficialmente se manifestó que se había tratado de un hurto, dado que la niña había sido enterrada con sus joyas más lucidas. A Luisa le tocó vivir el resto de su vida remordida por la certidumbre de que su hija había sido sepultada viva.
El monumento que recuerda a Rufina se la representa tratando de asir el picaporte de una puerta. Mientras, la trágica escultura de Rufina Cambaceres impera entre las brumas y las luces mortecinas de la Recoleta, como padeciendo un castigo por la censura de la sociedad de su tiempo

Postales del Centenario

El atractivo edificio de Avenida Colón y Estomba. A la izquierda asoma el flamante servicio del tramway eléctrico, administrado por la empresa del Buenos Aires al Pacífico.

La imagen que acompaña este comentario data de 1911 y muestra uno de los primeros edificios importantes para la arquitectura de una ciudad que comenzaba a consolidar su importancia en nuestro país. Se trata de la actual sede de la Aduana Nacional, construida en 1904 para servir como edificio propio del Banco de la Nación Argentina. A pesar de su amplitud, el movimiento de la entidad derivó en que pronto el lugar resultara insuficiente, por lo cual el banco decidió erigir otro edificio en la esquina de Moreno y Estomba, inaugurado en 1921 y que ocupa hasta nuestros días.
El primer inmueble fue diseñado por el arquitecto Alejandro Christophersen, uno de los principales arquitectos de Buenos Aires en las tres primeras décadas del siglo XX.

Noruego, nacido accidentalmente en Madrid en 1866, en donde su padre se desempeñaba como diplomático ante la Corte de España, fue autor de múltiples y reconocibles obras de esa ciudad, entre ellas la actual Cancillería, por entonces Palacio Paz Anchorena. Su autoría, al día de hoy, se reconoce como valor agregado en el mercado inmobiliario, bastando señalar que un edificio es diseño de Christophersen para establecer un índice de calidad difícilmente superable.
Christophersen también brilló en la vida social y artística de Buenos Aires, ya que entre sus aficiones se contaba la pintura, destacándose en el retrato y en la acuarela. Fue un gran señor de su época, de noble porte, cultura y llamativa distinción personal. Falleció en Buenos Aires, en 1946.

2 de mayo de 2010

Hablando de puentes

Vista desde la Facultad de Derecho

El 26 de mayo de 2010 se realizará el segundo llamado a licitación de un puente peatonal sobre la avenida Alberto P. Cabrera, a la altura de la Escuela de Agricultura y Ganadería. Será el primero de un total de tres (los otros dos en coincidencias con los shoppings) y tiene un presupuesto de 1.200.000 pesos. La propuesta debe contener proyecto, cálculo y ejecución y será considerada también --al decir del ejecutivo municipal-- por su propuesta estética, acorde al singular espacio en el cual se va a implantar.



En algún momento se planteó que el diseño se haría desde la propia municipalidad y los profesionales involucrados pensaron un puente inspirado en el que cruza la avenida Figueroa Alcorta, en la Capital Federal, a pocos metros de la Facultad de Derecho. Ese puente de hormigón, construido en 1960, para la Exposición del Sesquicentenario, demolido y reconstruido en 1978, es peatonal y para bicicletas. Para plantear la cuestión algunas fotos de ese paso, uno de los más valorados como puente porteño, junto al diseñado por Santiago Calatrava en Puerto Madero.


La ciudad que ni recordamos

Si bien es habitual pensar que la demolición de viviendas en Bahía Blanca comenzó en la década del 80, la realidad indica que fue a partir...