11 de julio de 2009

Empalme Grünbein



Para los amantes del ferrocarril, Bahía Blanca es una zona donde los testimonios dejados por las empresas del riel desde fines del siglo XIX se multiplican en todo su entorno. En un radio de 100 kilómetros existen decenas de estaciones, puentes, casillas, galpones, señales y todo ese maravilloso equipamiento que las empresas inglesas trajeron junto con el ferrocarril.

Precisamente en un paseo por Calderón, a unos 30 kilómetros de Bahía, tomando luego por un camino vecinal, de tierra, casi perdido, se llega a una modesta estación llamada "Empalme Grünbein". Abandonada, semivandalizada, la misma aparece perdida en medio de un campo que llora su sequía. Empalme Grünbein era el punto de encuentro entre la "vía Pringles", habilitada al servicio público en 1903 entre Olavarría y Bahía Blanca", y la que llegaba desde Tres Arroyos, habilitada en 1891. A partir de este empalme, siguen dos vías, con destino a la estación Grünbein.


Empalme Grünbein, vista desde el camino


La doble vía y los empalmes.


Los cambios


Doble vía con destino a Grünbein.

La estación "Empalme Grünbein" y su casilla de señales.

La estación está abandonada, con una casilla de señales, algunos "cambios" de piso que permitían el cambio de vía y toda una sensación de "propiedad privada" que intimida para uno acercarse a husmear el lugar.

Son tesoros perdidos en medio de la nada, protagonistas del progreso más trascendente que tuvo el país en la primera mitad del siglo XX, testimonios de la gran cruzada civilizadora de la máquina.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué tema el de las estaciones ferroviarias fuera de servicio!
Aunque parezca un juego de palabras, fueron los estadios del aparato circulatorio de la vida de nuestro país. Nutrieron como el del cuerpo humano de oxigenación y vida a miles de villorios, pueblos y ciudades. Su inmolación fue un verdadero genocidio y la imagen de cadáver idilicio del empalme Grünbein, tiene lamentablemente su correlato en cientos de tumbas ferroviarias similares(algunas con sus pueblos) a lo largo y a lo ancho de país.
¡Gracias Mario, por refrescar el memoria colectiva!
TINO

Anónimo dijo...

Estimado Mario:
¡Qué tema el de las dependencias ferroviarias abandonadas...!
La mano criminal que provocó este genocidio ferroviario cortó de un solo tajo el aparato circulatorio del cuerpo del país que oxigenaba y daba vida a pequeños y grandes pueblos, que en la desidia abandónica actual, son restos mortales, junto a sus pueblos emergentes, de una Argentina pujante..!
Gracias por refrescar la memoria ciudadana
Un abrazo
Tino

Lelé dijo...

¿Te quedaste con ganas de votar a Pino Solanas? Por lo de la añoranza ferroviaria, digo.

Otro tema: ¿para cuándo el reporte de tu pueblo natal, Germania?

Mario Minervino dijo...

Lelé, siempre tan amable y delicada con tus comentarios. Germania estará algún día.

Anónimo dijo...

yo viví cerca de allí cuando cuatro familias de trabajadores ferroviarios poblban el cacerío entre 1973-1985. Hermosas fotografías. Fernando.

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